Un ladrido en Navidad

 - ¿Llego tarde?

- Nunca es tarde para quienes siguen creyendo.


- ¿Y los regalos?


- Todos repartidos.


- Entonces sí llegué tarde…


El hombre de las Barbas Blancas se agachó para consolar a su amigo.


- No Choco, no has llegado tarde. 


- ¡¿Pero qué dices?! Si Nochebuena está a punto de terminar. 


- Pero todavía queda mucho por celebrar. ¿Te ha gustado tu regalo?


- No podía ser mejor. Aunque me siento algo triste.


- ¿Por qué lo dices?


- Porque te fuiste con los otros renos y no esperaste por mí.


El hombre de las Barbas Blancas se sentó en el suelo, dejando que su amigo se recueste en su regazo.


- ¡Choco amigo peludo! Si tu sueño era recorrer el cielo con los renos, me disculpo por no cumplir tu deseo. Pero tienes en tu interior un sueño más profundo que el de tirar mi trineo.


- Sé que soy grande y veloz, cariñoso y juguetón. No tendré astas ni una nariz roja y repartir regalos junto a ti habría sido un honor, sin embargo esa no era mi petición.


El hombre de las Barbas Blancas le sonrió


- El honor es mío, Choco, por haberte conocido, porque eres fiel y buen amigo. Y por eso no podía dejar de pensar que el mejor regalo para ti era darte una familia a quien amar, mas si contento no te encuentras, dime amigo mío ¿qué, de mi, esperas?


- Pues familia como la que me has dado no la conseguiré ni en cien años. Es fabulosa y cariñosa, es por eso que soy afortunado. 


- Entonces, ¿qué más deseas?

- Si de mí dependiera que muchos como yo la misma suerte tuvieran, pues te pediría un último deseo antes que acabe la Nochebuena: Que todos los perritos una familia, como la mía, consiguieran.


- ¡No hay mejor deseo que pensar que a otros le ocurran algo bueno! Tomaré nota en tu petición y aunque la Navidad está por acabar, contigo haré una excepción y así haré que muchos perretes como tú consigan familias a lo largo del Año Nuevo… Se hace tarde pequeño Choco, vuelve a casa que tu familia te espera…


Y estando ya en su casa, Choco veía como el hombre de las Barbas Blancas se disipaba con la luz de las estrellas, sabiendo que cumpliría su promesa.. Y de alegría, Choco le ladraba un GUA GUA GUA FELIZ NAVIDAD, mientra movía su colita…


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Historia de Choco


Choco se aleja un poco de la realidad de este cuento, pues lo más navideño que tiene este perrete es que fue encontrado un primero de enero... sin embargo, hace poco entré en un concurso de micro-relatos navideños y quise inspirarme en él para participar en ese concurso, y ya que estamos en época de festividades, ¿por qué no?, sumarme a esta onda.


Sin embargo, su historia sí merece ser contada.


Si recuerdan en la publicación de Samy, (tanto el cuento como su historia real), mencionaba que mi hermana y mi cuñado habían adoptado antes de él (de Samy) otro perrito y ese era Choco, quien había llegado a sus hogares, luego de que Lucky había fallecido.


Me gustaría contarles la historia de Choco desde mi experiencia, pues auqnue no lo crié, estuve ahí con Adrienne y Dany, viéndolos como cuidaban y se armaban de paciencia ante tanta masa de miedo que era Choco cuando llegó a casa. Y los admiro por ello, porque no fue nada fácil lidiar con los traumas de este peludo.


Como les decía, a Choco lo consiguieron un primero de enero muy maltrecho (de hecho, casi pierde un ojo), pues siendo muy cachorro se habían deshecho de él, ya que al ser un podenco, no cazaba del todo bien (y ya saben qué pasa en España cuando un perro de caza no cumple bien su trabajo...) Incluso, cuentan que a Choco trataron de envenenarlo, pero por suerte la protectora que lo rescató pudo actuar a tiempo.


A Choco no les gustaba nada la presencia de ningún ser humano, incluso cuando llegó a casa de Adrienne y Dany, se escondía debajo del sillón y pasaba horas ahí, evitando que alguien pudiera acercársele. Recuerdo una vez que mi hermana me pidió que me fuera un momento a su casa para ver cómo estaba el perro y la imagen que me encontré no la borraré nunca: estaba totalmente acorralado contra la pared, temblando cual gelatina, creo que deseando que yo me fuera de ahí (y así hice, porque me di cuenta que no era el mejor momento de hacerme "amiga" de él).


Adrienne y Dany tenían mucho trabajo por delante: enseñarle que su nuevo hogar era un entorno seguro, que podía confiar en ellos y, sobre todo, confiar en su hermano peludo Mimo )con quien al final se hizo muy buen amigo). Y poco a poco lo consiguieron


Hoy Choco (mi "mortadela" como me gusta llamarlo), es un perro increiblemente feliz: ha dado un cambio que nadie se lo puede imaginar, tanto que el Choco del pasado es completamente irreconocible en este nuevo Choco. Si antes no le gustaba que los humanos se le acercasen, hoy en día adora las caricias y le encanta hacerle jugarretas a Adrienne y a Dany (Sobretodo a Dany, a quien le llora a las 3am para que lo saque a hacer sus necesidades, cuando en realidad sólo quiere asomarse por la reja de la casa para ver quién pasea... claro, que a esa hora no hay mucha gente en la calle).


Definitivamente Adrienne y Dany han hecho de Choco un perrete con suerte.










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