Doña Manú
Doña Manú era una perrita singular, pues a primera vista no era de lo más bonita: tenía unas patas largas en un cuerpo delgado y sin pelitos, y tenía unos ojos saltones con un hocico estrecho ¡Y dientes muy perfiladitos!. Esos dientitos aterrorizaban a todos quienes la vieran, pues cuando alguien se le acercaba y ella los mostraba, ¡salían corriendo, pensando que quería pelea! Lo que nadie sabía era que dentro de su rostro peculiar, lo que en realidad ella mostraba era una sonrisa. Doña Manú frustrada, pensando que nunca llegaría el día que con ella alguien jugara, se paseaba sola por las calles de Caracas. Y ahí, en una de las avenidas más altas que bordeaba toda una montaña, Doña Manú se echaba para ver las luces de la ciudad que poco a poco se apagaban, cuando la gente a dormir se retiraba. Y luego veía cómo la ciudad despertaba, cuando cada quien su rutina retomaba. Pero un día, alguien su rutina decidió cambiar ¡Y vaya qué cambio sería también para Doña Manú! Pues este hombre en v