Las vacaciones de Brandy

 Las maletas en la puerta, los billetes de avión sobre la mesa, el pasaporte guardado en la mochila y el taxi esperando en la esquina. El Humano tenía todo preparado para su viaje de trabajo y como no podía viajar con Brandy, su perrita, a ella, una sorpresa le había preparado: ¡Unas fabulosas vacaciones de verano!

Brandy estaba muy emocionada, pues se imaginaba un montón de cosas que iba a hacer, como comer muchas chuches o dormir hasta tarde, ver sus programas favoritos en la tele o ir a la piscina a refrescarse.


Tal vez iría a una tarde de “tapeo” o tal vez iría a ver una peli de miedo. Puede ser que vaya a la playa o puede ser que vaya a la montaña. Tal vez pase un día en la peluquería para ponerse guapa y bonita.


A la mañana siguiente, el sobrino de su Humano fue a buscarla para dar comienzo a su aventura: se montó en el coche con el chico y juntos emprendieron el camino. Y por más que avanzaran en la autovía, Brandy se dió cuenta que en la ciudad seguían, pues por la ventana del coche sólo edificios y casas veía.


Llegaron por fin a la casa del chico y Brandy vio en el portal a dos Abuelitos, quienes estaban contentos, porque ella pasaría las vacaciones con ellos. La recibieron con un montón de huesos y chuches y la invitaron a pasar a la casa, le mostraron cuál era su habitación y cuál era su cama. Fue corriendo hasta ella y se echó panza arriba para que los Abuelitos le hicieran muchas caricias. ¡Serían las mejores vacaciones de su vida!.


Los Abuelitos habían hecho planes con ella, uno diferente para cada día, aunque a veces alguno se repetía, eso a Brandy no le importaba porque ella igual lo disfrutaba:


Un día paseaba por el barrio conociendo a todos los vecinos, quienes le decían “Qué perrita tan bonita” mientras le hacían mimos. Otro día iba a la plaza, donde las personas alimentaban a las palomas (y a las pobres Brandy espantaba para robarles el pan, porque era muy glotona).


A veces iba al parque, donde Brandy practicaba sus trucos, como dar la patita o saltar como canguro. También jugaba a la pelota o buscar el palo que el Abuelito le tiraba y si se portaba bien durante el día, como premio le daban una rica salchicha. (Y si el día amanecía lloviendo, se quedaba en casa con la Abuelita horneando dulces galletitas).


Después de pasear, correr y jugar, por la tarde a la casa volvían para darse un baño, cenar y luego irse a la camita.


Y noche tras noche Brandy soñaba con el mismo deseo: quedarse viviendo con los Abuelos. Se la pasaba tan bien, que a casa no quería volver. Los Abuelitos también querían a Brandy, le tomaron mucho cariño, pues era una gran perrita, gran amiga y dulce compañía.


Poco a poco se acababa el verano y Brandy volvería con su Humano. Los días pasaban entre juegos y risas y poco a poco las vacaciones terminarían… Y una mañana que Brandy se despertó, en casa de los Abuelitos, con su Humano se encontró. Estaba muy feliz por verlo de nuevo, pero su corazoncito se empezaba a encoger, pues sabía que a casa iban a volver.


Puesta la correa en su cuello, Brandy ya estaba lista para regresar, pero antes se acercaría a los Abuelos, a quienes los ve con ojitos llenos de destellos, pues con ellos se quería quedar. Y tantas eran sus ganas de quedarse en aquella casa, que Brandy se echó frente a la puerta, y aunque todos intentaron levantarla, nadie logró moverla.


“Brandy bonita” - le dice su Humano - “Nos tenemos que ir”. Pero Brandy seguía echada en el suelo, pues de esa casa no iba a salir.


Los Abuelos le dicen al Humano 


“¿Por qué no dejas a Brandy en casa durante esta semana? ¡Nosotros estamos encantados de tenerla, pues nunca habíamos conocido una perrita tan buena”. 


El Humano aceptó, con una condición: 


“Brandy bonita, te quedarás sólo una semana más y el próximo domingo te vendré a buscar”. 


Y así fue como Brandy se quedó con los Abuelos por unos días, pero llegado el domingo, Brandy otra vez de la puerta no se movía.


El Humano no sabía qué hacer, pues Brandy a su casa no quería volver. Entonces, el Sobrino quien había buscado a Brandy cuando empezó el verano, le dice a su tío:


“Todo este tiempo que Brandy ha estado en la casa nos ha hecho muy felices. Los Abuelos lo han pasado de maravilla, pues Brandy a ellos les ha dado mucha alegría. Si en esta casa la quieres dejar, sabes que aquí la vamos a cuidar”.


El Humano respiró profundo y tomó una decisión porque entendía que si se llevaba a Brandy, tanto a ella como a los abuelos les partiría el corazón:


“Brandy bonita, te quedarás con los abuelos”.


No había terminado de decir estas palabras cuando Brandy de la emoción saltaba. ¡Se había cumplido su sueño!. No podía estar más contenta con su nuevo hogar, lo que empezó como un simple verano, terminó siendo su nueva vida. 


Y así pasó el tiempo, Brandy disfrutando con los Abuelos. Día tras día los llenaba de alegría, con sus travesuras y sus juegos, con los paseos por el barrio, por la plaza o por el parque, espantando a las palomas o comiendo salchichas, saltando, brincando, ladrando y moviendo la colita.


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Historia de Brandy:


Jorge comparte con nosotros la historia de su hermosa perrita Brandy. Aunque esta historia no cuenta una adopción “en toda su regla”, quise traerla como parte de este mundo de cuentos, ya que hay 2 cosas importantes a destacar: rescate un animal que pudo quedar en abandono y el apego de las familias a las mascotas.


Brandy es una labrador que le hacía compañía al tío de Jorge en España. Este señor, debido a la situación político-social de Venezuela, decide traerse a España a sus padres (abuelos de Jorge), quienes conviven los tres en la misma casa junto con Brandy.


Por motivos de trabajo, el señor regresa a Venezuela y sus padres se van a vivir con su nieto Jorge, mientras que Brandy vivía con quien era la pareja de su tío. Tiempo después, esta chica decide no ocuparse más de la perrita, por lo que Jorge decide ir a buscarla y llevársela a su casa. 


Jorge nos dice que haber recuperado a Brandy ha sido la mejor decisión, no sólo por evitar cualquier maltrato y abandono a este animalito, sino por ver la alegría de sus abuelos cuando se reencontraron con ella. Él nos cuenta cómo sus abuelos empezaron a tener una vida más activa, no sólo por los largos paseos que hacen con ella, sino por toda la rutina y el cariño que representa estar al cuidado de Brandy. 


Que Brandy se haya podido encontrar nuevamente con sus abuelos y que hoy en día se encuentre en una casa donde da y recibe mucho cariño, definitivamente la hace ser “Un perrete con suerte”.





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