Nuestro Amigo
Tres vueltas a la derecha, patas adentro, culete al suelo y cabecita apoyada en la fría reja. Así era como se echaba todas las noches Nuestro Amigo en lo que él llamaba “su refugio” que no era más que una jaula vieja.
No sabía muy bien cuál era su nombre, porque como no le gustaba acercarse a los humanos, escuchaba a lo lejos que lo llamaban OAMY o AMER o algo muy parecido.. sólo sabía que vivía con muchos amigos peludos. Cada día llegaban nuevos amigos y a veces se iban.
Cuando veía irse a sus amigos, se daba cuenta que ellos se ponían muy contentos
“Seguro van de paseo a un prado muy largo para correr” - pensaba Nuestro Amigo - “O a un bosque lleno de huesos para morder”
“Tal vez van de paseo a una tierra llena de chuches perrunas o a un lugar muy calentito para dormir arrullado por la luna”.
A Nuestro Amigo le gustaba soñar: soñaba con subir los picos más altos y con oler las margaritas, con ladrar a las estrellas, pero sobretodo, soñaba con una cama calentita.
Una mañana, una humana muy simpática, la única que Nuestro Amigo dejaba que se le acercara, le dijo:
-¡Hoy estás de suerte, perrete!
Un guau, dos guau, tres guau, un brinco, la colita moviéndose muy rápido. ¡Pero miren a Nuestro Amigo cómo está de emocionado!
Sólo nos falta ponerte el collar - dijo La Humana - y ¡Ala! Estamos listos para viajar.
Le pusieron un collar rojo y grande, que con la primera sacudida de su cuerpo, terminó tirado en el suelo. Probaron con otro verde más chico… ¡Que ni siquiera le entró por el hocico!
Lo siento pequeño - dijo La Humana - Pero te prometo que pronto tendrás un collar ¡de gala!. Por ahora sólo podré ponerte un listón marrón ¡y verás qué guapetón!
Las aventuras de Nuestro Amigo empezaron de inmediato: se subió al asiento trasero del coche que se puso en marcha, mientras La Humana iba conduciendo a través de paisajes que eran de encanto.
Vio montañas muy altas y ríos muy anchos. Vio grandes praderas ¡y hasta vacas en la carretera!
Casi se iba haciendo de noche y a su destino todavía no habían llegado. El camino era largo y Nuestro Amigo iba pensando:
“¿A dónde iré? ¿Tendré amigos? ¿Conoceré a otros peludos como yo? ¿Serán buenos? ¿O serán malos? ¡Tal vez conozca un gato!
Cuando ya no había rastro del sol y las estrellas se iban asomando, los 2 viajeros a su destino habían llegado. Era una casa grande con un jardín en el frente y justo en la puerta habían 2 humanos ¡y 2 perretes!
Uno de los perretes era grande de color marrón y el otro era una perrita negrita muy chiquita. El grande se llama Choco y la pequeña se llama Suri “Surita”.
“Son muy simpáticos” - pensó - “Seremos muy buenos amigos”
Y mientras comenzaban a jugar, a lo lejos, el sonido de un coche en marcha empezó a sonar.
“No me dejes aquí” Pensó Nuestro Amigo, pues se dio cuenta que La Humana, en quien confiaba, se alejaba.
- No estés asustado - le dijo Choco - ¡Ya verás que nuestros humanos son un encanto!
Los humanos abrieron la puerta de la casa y Suri y Choco entraron dando ladridos y saltos.
La casa era muy bonita, con un gran salón, muchas habitaciones y una cocina monísima.
En la cocina habían 3 platos: Uno que decía Suri, otro que decía Choco y un tercer plato que estaba en blanco.
- ¿Cuál es tu nombre? - Le preguntó Suri, pero Nuestro Amigo bajó la cabeza porque nunca supo cómo lo habían llamado.
Uno de los humanos se acercó y le dijo:
- Te tenemos un regalo - . Y fue a posar la mano en su oreja, pero Nuestro Amigo muy asustado, corrió a esconderse debajo de la mesa.
- No tengas miedo - Dijo el otro humano - serás parte de nuestra familia y así como Choco y Suri, tú tendrás tu plaquita.
Sacó el humano un collar amarillo y en él colgaba una placa que relucía el nombre de Samito.
Tu nombre es Samy y de cariño te diremos Samito, así como a Suri le decimos Surita y a Choco, Choquito.
Con un collar que le iba al pelo, nuestro amigo, Samy, se puso muy contento.
Y más alegre estaba cuando esa noche le enseñaron cuál era su camita…
… Y esa noche Samy durmió en un cama calentita…
… Y movía su colita.
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